domingo, septiembre 24, 2006

Gumucio me identifica.

Después de tanta tontera y alcalde legionario defendiendo los derechos de los que no quieren ser defendidos, mas bien solo buscan vivir su vida según sus propios patrones...Gumucio aparece entonces un domingo primaveral de fin de Septiembre, como si las lluvias invernales hubieran quedado atrás y la luz nos comenzara a acompañar de nuevo...transcribo a continuación su articulo del Domingo.

En el Tedeum de fiestas patrias el cardenal Errázuriz decidió hablar sin hablar de la píldora del día después y de la polémica que ésta ha suscitado.
Que los niños deben ser queridos desde su concepción, que la vida tiene que ser respetada ante todo. Esas y otras generalidades les permiten a todos los políticos de todos los sectores que se sienten muy representados por el discurso del arzobispo, sin tener que darse el trabajo de recordar mas de dos segundos el sermón pasado.
Nadie sabe mejor que el cardenal Errázuriz ejercer el extraño arte de hablar sin decir nada. Cuando está a punto de pronunciarse. De tomar la palabra, de ejercer su rol de padre comprensivo o de fustigados de los mercaderes del templo, se refugia en sus propias faldas. Da lo mismo que las mujeres se hayan puesto hace tiempo los pantalones: él sigue confiando en la inmunidad de las polleras. Timbra permisos para ir a los cielos y bendice iglesias desiertas con una eterna sonrisa de flan.
Jamás da signos de que sus conciliadores discursos calmantes encumbran un pensamiento profundo.
Nunca nada de lo que dice o hace Errázuriz sobresale del lugar común teológico. Su empalagosa voz se adapta perfectamente a la pésima acústica de las iglesias chilenas. Una voz que parece siempre rogar, sonreír, hacerse perdonar, pero que en medio de un puré de ideas bonachonas sigue castigando la sexualidad de los chilenos y perdonando las aberraciones sexuales del clero. Una voz que. A pesar del vistoso intento de ser buena, sigue fabricando sacerdotes, colegios e iglesias para los ricos y dejando a la intemperie y la soledad a los pobres. Una voz que continúa esperando que el gobierno controle las familias y las conciencias que su propia falta de coherencia, trabajo, justicia y caridad ha alejado de los pastores y sus berrinches.
El cardenal Errázuriz llegó a vestir la púrpura de príncipe eclesiástico para conciliar la guerra secreta entre el ala izquierdista de la iglesia –la de los hijos del cardenal Silva- y la derechista, la de los amigos del cardenal Medina. Con este último ha logrado formar una perfecta pareja de policía bueno y policía malo. Mientras Medina dice sin miedo y sin ambigüedad lo que realmente piensa la jerarquía católica –la mujer está fatalmente obligada a ser una esclava de la biología, el orden de las familias solo puede ser el de anteayer- Errázuriz enmascara las mismas ideas en una serie de metáforas bondadosas y en una sonrisa de ”yo no fui”, recurriendo a toda suerte de argumentos excéntricos que van desde la ecología hasta la psicología, pasando por raras investigaciones médicas. Dice y no dice, calla y no calla, dejando que finalmente sea la voz de Medina – la única clara y sin medias tintas- la que se quede con la verdad de la iglesia.
Los resultados de ese inaudito balie, de ese coqueteo inconducente en que el cardenal Errázuriz le gusta vivir, están a la vista. Las niñas de catorce años que el cura Tato violaba a vista y paciencia de la iglesia tendrían que prescindir de la pastilla del día después y parir hijos no deseados ni reconocidos. El cura Jolo, después de avalar las mentiras de Gema Bueno, tiene derecho a defensa y sonrisas del prelado, mientras miles de chilenas tiene que cargar con los hijos que dejan en sus vientres los padrastros, los padres o los novios borrachos que por cierto no reciben de la iglesia la menor amonestación.
Asimismo, Manuel Contreras, Augusto Pinochet y las demás ovejas piadosas pueden comulgar, pero mi madre, que es divorciada, no puede hacerlo. Al revés de Cristo y de los cristianos, el manso cardenal Errázuriz es suave y cariñoso con los poderosos y duro e inflexible con los débiles. Sin decir nada muy claro, logra claramente –y esto es quizás la razón por que a los ateos y agnósticos les molesta tan poco su presencia- convertir la Iglesia en una secta cada vez más reducida de convencidos capaces de descifrar loa analgésicos galimatías del pastor.

4 Comments:

At 8:26 p. m., Blogger Paula García said...

Hola Patricio! Agradezco infinitamente tu comentario en Carta Postal y la oportunidad que me das ahora de descubrirte.
Me gustó mucho tu blog, tanto como el relato de Gumucio que compartes aquí. Creeme que sus palabras tambiém me identifican y me hacen sentir menos sola... no soy la única que cree que el famoso cardenal Errázuriz "nunca queda mal con nadie...", como dice la canción, que sus palabras sólo se pasean entre lugares comúnes de la iglesia y que ocupa cruelmente un tono de voz amable, a ratos cariñoso... intentando simpatizarle a todos que luego van y lo alaban. Te dejo mis felicitaciones por tus anteriores post y mis saludos, esperando volverte a ver en Carta Postal.

 
At 3:21 p. m., Anonymous Anónimo said...

Sin palabras...
"la voz de los sin voces"
Que ridiculo es saber que vivimos en un pais, donde el "Debe ser" de algunos, es tal lejano del SER del SER y a su vez, tan incierta "la verdad" de las Verdades...En que pais vivimos, llamemos a legislar para el pueblo!!

 
At 3:25 p. m., Blogger Patricio Schmidt said...

Bueno, Rana legislar quizás no, pero por lo menos un poco de cordura entre tanta hipocresía, no te parece?

 
At 10:58 a. m., Blogger Patricia 333 said...

Que los niños deben ser queridos desde su concepción, que la vida tiene que ser respetada ante todo.

Patricio desde ayer que di con tu Blogg no paro de leerte

Un beso desde mi querido Mexico

 

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